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Arte

Julio Bocca: «Igual que Mujica ha hecho marca país, con el ballet hemos hecho una marca»

En la nota publicada esta semana por El País de Madrid, Bocca contó porque después de colgar las zapatillas recaló en Montevideo, donde asegura que quiere quedarse porque le gusta “la calma y el equilibro” que ofrece.

El director de Ballet Nacional del Sodre de Uruguay, el argentino Julio Bocca visitó de nuevo España, esta vez al frente de la compañía que dirige y a la que ha transformado radicalmente desde que asumió el cargo por una designación directa del presidente José Mujica.

Ha hecho el milagro: revolucionar en el fondo y en la forma a un conjunto que parecía estancado en el pasado. Ahora hacen una gira española por una decena de ciudades con El Mesías en la coreografía de Mauricio Wainrot.

El itinerario comenzó en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián e incluirá Sevilla, Avilés, Gijón, Mallorca, Pamplona, Vitoria, Logroño, Madrid y tendrá término en Toledo el domingo 9 de noviembre, en el Auditorio El Greco.

“Este año queríamos trabajar técnica y expresividad, pero el productor de esta gira pensó especialmente en nosotros para que viniéramos en lugar de los argentinos de San Martín. Nosotros encantados porque, además, la pieza que iban a bailar ellos la teníamos en el repertorio”, explicó Bocca.

El Mesías les “cayó del cielo”, dado que “un periplo así de 14 funciones, durante un mes, en Europa es increíble, son las casualidades divinas”.

“Igual que Mujica ha hecho marca país, con el ballet hemos hecho una marca: todos están conectados, integrados y sienten un compañerismo muy especial, nadie se quiere marchar”, agregó el director con orgullo, recordando que su contrato es hasta fines de 2015 y luego “todo puede suceder”, pero su deseo es seguir viviendo en un país que siente como el suyo, “revolucionario” en educación y cultura, aunque siga teniendo la “asignatura pendiente” de la seguridad: a él ya le robaron en su casa tres veces, lamenta. “Pero cuando vuelvo a Buenos Aires pienso qué locura de ciudad. Creo que ya no podría con ese ritmo. Me gusta la calma, el equilibrio de Uruguay, quizá porque ahora es así como me siento por dentro”.

Después de dejar los escenarios, ¿cómo se adapta a una nueva vida un artista?
Desde mi llegada al Sodre en 2010, han sido años muy intensos, llenos de actividad y de incidencias, pero en el fondo, todo muy enriquecedor. En 2013 terminamos con abogados en el ballet, pero el cambio ha funcionado bien. Y todo fue por una media hora más de trabajo diario que yo les pedía. Al final hubo consultas, pero acabó bien: ahora trabajamos siete horas y media y ese proceso me vino bien a mí, para entender y acostumbrarme a un reglamento, a una estructura, a profundizar en que el trabajo de una compañía oficial es diferente.

¿Cómo ve el mantenimiento del repertorio activo en el ballet?
He apostado porque todas las producciones sean nuestras y nuevas (Corsario, Don Quijote, Bayadera, Lago de los cisnes) y creo que conceptualmente mucho depende de los maestros, montadores y de nosotros mismos. Trato de llevar los títulos a nuestra época, sobre todo en cuanto al tiempo escénico y el tiempo real. Hay que hacer las reducciones necesarias sin perjudicar la historia que se cuenta. Por ejemplo: he hecho un Don Quijote de hora y media con un solo intermedio y fue una buena experiencia que dio un resultado fantástico con el público.

¿Y la realidad del panorama latinoamericano en el ballet?
Brasil es el país de Latinoamérica que produce actualmente bailarines mejor formados, con más proyección, aún por encima de cubanos y de argentinos. En general hay talento, pero falta un trabajo meticuloso, y eso se ve muy bien en los concursos, una falta de conciencia en la base.

¿Se baila hoy mejor que antes?
No creo. Yo siento que hoy no hay una pasión por lo que se está haciendo en el escenario; la pasión por agarrarse a la barra, observarse a sí mismo al detalle y en profundidad, ahondar en el control y conocimiento del propio cuerpo. Se ha perdido bastante en musicalidad, en bailar con la música.

Como si hubiera a veces poco de arte y mucho de exhibición.
Así es. Pueden hacer diez o quince piruetas, saltos espectaculares, equilibrios de vértigo, pero ¿y el arte? En eso insisto mucho con mis bailarines, respetar las coreografías y ser limpios en la danza.

Parece una decisión muy comprometida venir a España con un solo título a noche completa y de las características de El Mesías.
Esta coreografía ya ha probado su éxito. Nosotros, el Sodre, la tenemos muy fresca pues la estrenamos en junio de este año, y las funciones del Canal, en Madrid, son muy importantes pues será la primera vez que lo hacemos con la música en directo.

¿En el Sodre, qué tiempo se ha dado para redondear su proyecto de compañía?
Mi contrato es hasta finales de 2015, pero antes hay elecciones presidenciales; creo que podré seguir adelante con mi proyecto, todos están contentos con los resultados del trabajo, más de 20.000 entradas vendidas por cada espectáculo, el teatro siempre lleno. Con la taquilla pagamos todas nuestras producciones, eso es un logro inédito. Mi idea es seguir al menos unos tres años más. Mi compañía está lista para el futuro.

¿Cómo ve los cambios en el vocabulario coreográfico del ballet contemporáneo?
En los modos modernos todo está muy mezclado y a veces con zonas muy confusas. Eso también lo veo en los concursos, a veces los jóvenes no tienen ni idea de lo que hacen, por qué lo hacen; tampoco hay cultura en las nuevas generaciones de las escuelas modernas clásicas (Graham, Limón, Horton, Ailey) y eso deben aprenderlo también, de ahí sale el hallazgo del ballet contemporáneo.

Hoy es menor el tiempo invertido en la creación coreográfica y el montaje.
Hay premura para todo, y eso influye negativamente. Yo no tengo esas prisas. No es lógico apurar los tiempos. Hay obras que te piden tiempo en la preparación y en la asimilación. Hay estilos muy marcados que necesitan interiorización. Hace poco la compañía hizo su primer Balanchine (Donizetti Variations) y ha sido una gran experiencia en este sentido. Ahora mis planes van más allá y estoy pensando en Tema y variaciones o Ballet imperial.

Esos títulos ya son palabras mayores.
Yo creo en los retos, y la compañía está preparada para ello.

Usted ahora sirve de modelo a los bailarines del futuro. Estudian sus videos. ¿Tenía cuando empezó un modelo preciso a seguir?
Mi modelo fue Vladimir Vasiliev, al que más vi bailar en vivo, pero siempre busqué en mí mi propio modelo. Barishnikov y Nureyev tenían cada uno cosas fantásticas e inspiradoras, pero Vasiliev iba más allá, su manera de tratar a la bailarina, su sentido artístico.

Parece que nunca ha tenido la tentación de hacer coreografías.
Nunca me podrán criticar como coreógrafo. No tengo ese pálpito de la creación coreográfica. Escucho músicas y me dan ganas de moverme, pero no llegan las imágenes concretas para redactar una nueva coreografía. No podría poner pasos tras pasos, tampoco tendría paciencia para ello. Pero eso no me entristece ni me preocupa, es igual que cuando me retiré.

Fuente: El País